Jun5

Bath, la ciudad romana

Javi Vicente fotos, viajes
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Haberme traido el coche tiene ventajas e inconvenientes. Uno de ellos es tener que estar continuamente pendiente de él en un país donde no sabes las costumbres de circulación, dónde se puede aparcar y dónde no (aquí hay muchos coches en las aceras, en doble línea contínua amarilla…), etcétera.

Pero uno de las ventajas sin lugar a dudas, son los viajes. La libertad de movimiento que te da es increíble, tanto que un típico día que no sabes qué hacer, coges el coche y vas sin rumbo, uno de mis mejores tranquilizantes y diversiones. Me encanta conducir, no lo puedo negar. Aunque esta vez no fue de esas, sí que aproveche esos días en los que tuve visita, para viajar y conocer ciudades a las que seguramente jamás vuelva.

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Este fue el caso de Bath, que aunque me gustó y me pareció muy interesante, no creo que vuelva porque no mereció tanto la pena como yo pensaba. Es muy bonito, muy romano, pero demasiado turístico. Hay una calle peatonal, para hacer shopping, típica de las ciudades británicas, una Catedral y unas Termas Romanas que por entrar te cobran 9 libras, que al cambio son unos 13,5 euros, por una visita que dura dos horas. Está bien si estás cerca y tienes la oportunidad de ir para pasar el día o bien como balneario de una semana, ya que se dice que está construída sobre una falla que produce aguas termales y hay mucha variedad hotelera, como el Thermae Bath Spa.

Las Termas Romanas son curiosas, pero se hacen algo pesadas. La visita es personal, aunque se puede encontrar guías a determinadas horas del día. El precio de la entrada incluye una audioguía, un aparato similar a un teléfono en el que se introduce el código que aparece junto a cada objeto y/o sala que hay en el lugar, y cuenta una breve historia. Se puede ver también un baño apartado donde salen burbujas del fondo, que aseguran no ser artificales, sino gas que se filtra a través de la tierra y era el baño privado de los jefes romanos. La piscina central estaba cubierta inicialmente con una altura hasta la terraza que se puede ver, con poca luz que permitía la completa relajación. Actualmente se ha construido al aire libre, perdiendo su encanto, al igual que permitiendo el desarrollo de algas en el agua (de ahí su color verde) por la acción del sol.

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Por lo demás, un pueblo típico británico, con calles estrechas, peatonales, zonas céntricas sin poder aparcar el coche y restaurantes siguiendo el estándar: pubs donde se pueden comer hamburguesas, salchichas, ensalada o Chicken Tikka Massala.

Más fotos:

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