Sep2

Los clientes

Javi Vicente General
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Todos alguna ve

z hemos sido clientes, pero también nos hemos puesto en la piel del vendedor con el que hemos llegado a discutir en casos extremos y a despotricar faltando el respeto y demás. Luego nos hemos arrepentido.

Por otro lado, todos nos dedicamos a algo (mi respeto a los que por culpa de la crisis no tienen trabajo) y hemos tenido que defender nuestra empresa en todo momento tirando hacia los intereses de ésta aun cuando el cliente tiene la razón. Pero hay veces en los que el cliente no la tiene y por mucho que intentemos no entrará en razón. En esos casos, te dan ganas de llamarle de todo, pero debes contenerte por tu bien y el de la empresa que representas. ¿Cómo le haces ver al cliente que tú tienes razón?

En casi todos los servicios en los que existe intercambio de dinero, hay una parte compradora (que siempre quiere más por menos dinero) y una parte vendedora (que intenta ser lo más justo posible y es el que establece el precio de su servicio).

Cuando vas a comprar algún producto a una tienda o grandes almacenes, está todo muy claro: el precio y el producto que con un poco de suerte puedes tocar y evaluar incluso en casa y si no estás satisfecho, te devuelven el dinero. Cuando es algo más abstracto, es decir, un servicio de diseño, alojamiento… digamos un servicio online, estos conceptos están algo confusos.

En nuestra empresa de diseño web trabajamos con unas pautas que en todo momento creemos las mejores y que se adaptan siempre a cada caso. Los precios, como en todos los sitios, son variables y no es lo mismo que pidan una cosa sencilla que algo más complicado y según quién, se le puede hacer mejor o peor precio. Eso pasa hasta en las mejor familias.

Cuando alguien nos encarga un servicio de diseño, antes de nada le pedimos unos requisitos previos, para orientarnos y llegar al objetivo del cliente lo antes posible como puede ser color, estructura, objetivo que se quiere alcanzar, tipos de usuarios, etc por lo que hacemos un dibujo estático de cómo va a quedar la web. Es aquí donde se realizan todos los cambios y modificaciones y donde, si así lo estipulamos, se puede revisar el presupuesto al alza o a la baja.

Cuando el dibujo está definido y aceptado por el cliente, nos ponemos manos a la obra en nuestro servidor, un entorno de desarrollo. El tiempo puede variar pero se le avisa al cliente en todo momento, ya que la comunicación no se pierde en ningún momento. A partir de aquí, cualquier cambio o modificación posterior al dibujo puede hacer revisar el presupuesto, ya que es un cambio no especificado y no se contaba con él a la hora de dar el presupuesto.

Finalmente, se entrega el trabajo al cliente, el cual tras valorar y examinar todo el funcionamiento, está en su derecho de exigir todo lo que se le ha ofrecido. El cliente no tiene obligación de ejecutar ningún cambio, aunque disponga de todos los conocimientos para ello, puesto que él así ha pagado por ello.

Como siempre, en todos los trabajos, cualquier profesional lo intenta hacer lo mejor posible pero hay veces en las que algo se tuerce y no se termina a tiempo por cualquier razón. Si esto sucede, el cliente puede exigir una indemnización, pero en ningún caso establecer él mismo el precio del servicio. Si el proveedor se lo permite, se podrá devolver, pero nunca he visto algo similar. Es como si yo voy a una tienda a comprar un ventilador y digo «no enfría, descuénteme 50 euros». Pues no oiga, si lo quiere se lo lleva, pero si no lo quiere lo devuelve. Vale pero me he gastado X dinero en gasolina, tiempo, colas, disgustos…

El cliente tiene casi siempre la razón, pero la empresa es la que establece el precio por un servicio, nunca el propio cliente.

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