Una de mis últimas aficiones ha sido la de sacarme el título Open Water Diver de ACUC, que me permite bucear en mar abierto hasta 25 metros de profundidad. Ahora sólo pienso en eso cuando salgo al mar y busco cualquier excusa para sumergirme en cualquier lugar en cualquier momento.
Aunque esto me viene de siempre, ha sido últimamente cuando más cariño (si me permitís la palabra) he cogido al mar, aunque, insisto, siempre me ha gustado el mar, aunque no la playa. En el mar existe mucha vida, mucha más de la que imaginamos y muchas veces aprendemos demasiado de todos los pececillos que viven en él.

Por desgracia, nos estamos cargando el mar. Toda la vida marina está desapareciendo por nosotros, empezando por los corales en las paredes hasta los fondos marinos, independientemente de las profundidades de qué hablemos. No somos conscientes hasta que lo visualizamos con nuestros propios ojos y es ahora cuando yo puedo decirlo. No vayamos a creer que con no tirar basura al mar, no arrancar corales o cualquier cosa se va a solucionar. El problema va mucho más allá. Alterar la vida marina es alterar el ciclo biológico de la vida, alterar la cadena alimentaria y con un simple gesto de dar de comer a los animales marinos, estamos haciéndoles daño. Aunque no lo parezca, recoger piedras, restos de animales de los que se pueden nutrir otros o simplemente remover la arena, es suficiente para hacer daño.
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