Feb15

Necesito bucear

Javi Vicente personal
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Una de las cosas más maravillosas del mundo es estar bajo el agua, sin ninguna preocupación más que respirar y que todo el equipo de buceo funcione correctamente. Ver a los diferentes peces y animales del fondo del mar es una tranquilidad absoluta, viven en perfecta armonía y por unos minutos, consigues adentrarte en su mundo, un mundo en el que la única preocupación es comer y no ser comido.

Estos días pasados han sido muy intensos, por todo lo que ha cambiado mi vida en muy poco tiempo y, aunque he estado ocupado, me ha dado tiempo a pensar durante esas noches en vela pasadas, donde dormir 5 horas era todo un logro.

A lo mejor mi problema está en implicarme demasiado en mis proyectos personales; admiro a la gente que vive feliz sin preocuparse de nada aun cuando sus problemas son peores que los mios. En el fondo no creo que sea malo lo que yo hago, pero sí preocupante lo que ellos hacen. En estos momentos me gustaría ser un pez, o mejor dicho, vivir como un pez pero ser yo mismo.

Y eso como lo único que puedo hacerlo es buceando, un deporte que me cautivó allá por 1.995 cuando lo probé por primera vez y al final conseguí ser independiente ahí abajo, sin instructor necesario para disfrutar, podría decir, de mi deporte favorito.

Llevo ya desde el 15 de agosto de 2010 sin embutirme en un traje de neopreno, sin respirar aire de una botella y sin disfrutar a 3, 4, 5 o 25 metros de profundidad. Echo de menos los nudibranquios, esos animalitos pequeñajos y casi diminutos de muy diferentes formas y colores que llaman la atención en cualquier esponja o hidropólipos.

También echo de menos los espirógrafos marinos, que su nombre puede deberse a la forma similar que hacen estos gusanos cuando sacan sus intestinos para obtener alimento al juguete de hacer formas que todos hemos usado alguna vez de pequeños.

Y como no, esas cabrillas, morenas, congrios, pulpos e incluso sepias, barracudas, castañuelas o fulas (en canario) y gambitas y camarones, por no decir los chuchos o ratones, más conocidos como rayas sin olvidarme de esas tortugas en Tenerife.

Ese maravilloso mundo submarino me ha cautivado, pocas semanas pasan sin que me venga algún recuerdo a la cabeza, y siempre espectacular y sorprendente; lo que necesitaría ahora mismo en esta época de tantos cambios.