Sep11

Crítica a Lobato y cía.

Javi Vicente Formula 1, Opiniones
'; }?>

Ya lo he comentado otras veces, que los comentaristas de televisión en la Fórmula 1, ya se anteriormente en TVE1 como ahora en TeleCinco, dejan mucho que desear. Entiendo su afición a los pilotos de casa, su cariño especial de Lobato a Fernando, y todo lo que queráis, pero todavía les queda mucho que aprender.

Están ahí para retransmitir un conjunto de situaciones en un GP de Formula 1, por lo que, aunque un piloto se retire -ayer Alonso- no significa dejar de hablar de la carrera para hablar de otros *cotilleos* en el *paddock*. No sé si os fijásteis, pero en cuanto Alonso se retiró, ya no era lo mismo, la misma pasión, los mismos sobresaltos, ni por supuesto, la misma entrega. Si por ellos fuera, hubieran cortado la emisión cuando Alonso rompió el motor. La victoria de Schumacher fue un *algo más*, sin ninguna emoción.

Entiendo que no tenga tanto interés para ellos y los *alonsistas* que han nacido siguiéndoles en TV y les parecen lo mejor del mundo, pero hay gente que ve, que sigue y que disfruta con la carrera, no sólo con unos cuantos pilotos. Es como si en fútbol cuando se lesiona un jugador preferido o le cambian, ya dejen de sentir pasión. No lo entiendo.

Estaba mucho mejor en online casino Cardiff, siguiendo la carrera -de lo que me enteraba- con unos expertos de ITV-1, que no eran nada subjetivos, sino objetivos, aunque siempre haya una tendencia hacia los pilotos de casa, pero no tan marcada como en nuestro caso. En la RTL sucede lo mismo. Son objetivos, son profesionales. Me parece muy bien que le hagan la pelota, que hagan esos previos, pero son muy monotemáticos, siempre criticando –y metiendo la pata– a los demás pilotos cuando algo le sale mal a Alonso. Hay que ser objetivos para ganar credulidad, si siempre se sigue la misma política de excusar a Alonso en todos sus actos, llegará un momento que nadie se crea lo que dicen -si es que alguno aún lo hace-.

Está bien apoyar a un piloto de casa pero hasta el punto de idolatrarlo, no sé yo, los extremos no son buenos.

(Ya estoy más a gusto, aunque me gustaría que lo leyeran algún día y me lo hicieran saber)