Dic18

Desliz sobre hielo

Javi Vicente Cardiff, microsano
'; }?>

A mí no me apetecía mucho, aunque tenía cierta curiosidad por ver si las tantísimas veces que me había caído hace unos cuantos años cuando patiné sobre hielo por primera vez habían servido de algo.

Creo que he patinado tres veces en mi vida, sobre hielo, porque sobre ruedas recuerdo haberme puesto los patines una vez, pegarme un culazo, y dejarlos en el baúl de los recuerdos. Pues nada, era el día y tras reservar plaza en el Wonderland de Cardiff, estilo New York, todo decorado, con árbol de navidad en medio y al aire libre, llegó el momento de ponerse los patines.

Hasta aquí todo bien, aunque era algo molesto tener que andar sobre una superficie larga y muy estrecha pero lo mejor iba a venir ahora. Salgo a la pista, me agarro a la barandilla, y parecía que iba bien. En estos momentos no hay que tener ridículo alguno, ya que la mayoría están en tu situación y los que están mirando no se atreven a montar, por lo que la vergüenza debe ser nula. Cuando ya me suelto, parece que todo va sobre patines (de hielo ;-)) y ¡zas! al suelo. Primera caída y última, porque ya fui con más cuidado, pero lo peor de todo eran los pies. Me gusta esquiar, y las botas aprietan, las rodillas duelen, pero tener una lámina de acero con la que te sujetas y te resbalas en el hielo, es algo que no soporto.

Como os podréis imaginar, de la hora que duraba el alquiler, me pasé la mitad en la barandilla mirando a la gente y la otra como si fuera un sufrimiento. No sé si volveré a repetirlo alguna vez, pero a mi en unos años no me vuelven a liar 😛