Dic3

Aquellos maravillosos portátiles…

Javi Vicente microsano
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A mis amigos y en parte, a la universidad que me impidió seguir mis estudios como ingeniero técnico químico, le debo el que hoy esté contando esto en un lugar llamado Cardiff donde, si hace unos pocos años me dirían que iba a estar aquí, no me lo hubiese creído.

Todo llega un día en el que decido estudiar química y como eso de las matemáticas, física y resto de ciencias me gusta mucho, decido hacer una ingeniería química. La universidad era nueva, era la primera promoción de mi carrera, hasta me hice la orla el último año y me apunté con mis compañeros al viaje de fin de curso a los carnavales de Tenerife allá por el 2001. Cuando agoto la 5ª convocatoria de una asignatura llamada química orgánica (fíjate tú quién me iba a decir que me iban a echar por esa asignatura habiendo aprobado cálculo, física, fisico-química…) y no me dejan continuar la carrera en la comunidad de Madrid.

Nunca había pensado irme a estudiar fuera, por lo que no me lo planteé en aquel momento, así que decidí estudiar un módulo superior en informática, siguiendo los pasos de mis padres, más exactamente en el curso de desarrollo de aplicaciones informáticas, todo programación (saqué un 10 en la asignatura en la carrera de química :-). Como becario el segundo año entro en PC Actual y hasta entonces mi relación con los ordenadores era como la de cualquier usuario básico, incluso hacía escasos 6 meses que un amigo me había enseñado a cambiar la unidad lectora de CD por una grabadora. Por supuesto que los portátiles no los quería ni ver, unas máquinas pequeñas, inútiles, que no servían para nada, y que además parecía que llevabas un «muerto» cuando cargabas con él.

La tecnología había avanzado y no me había dado cuenta, por lo que cuando vi allí el primer portátil me entró por los ojos. Aun así no entendía cómo alguien podía trabajar en esa miniatura de pantalla y teclado. Cuando vi un par de ellos me empezó a gustar la idea, esa de no depender de nada alámbrico, incluso estar conectado a Internet o al PC de sobremesa, poder ver una película (con restricciones) e incluso conectarse al móvil con la tecnología Bluetooth. Todo eso se confirmó cuando llegó a la redacción el Sony Vaio T1 (creo que era ese modelo) con sus 10,4 pulgadas de pantalla panorámica, resolución de 1050×800 con una nitidez propia de las pantallas de Sony y una calidad presente en todos los materiales. Era una nueva época, había pasado del 386 a 33 MHz en blanco y negro con 4 kilos de peso (creo que me quedo corto) a aquel Intel Centrino ULV con 1 GHz de frecuencia, color real de 32 bits y apenas 1 kilo de peso, con unidad de DVD incluida, y todas las tecnologías inalámbricas existentes. Estoy hablando de marzo de 2004.

Pasaron por mis manos ordenadores de sobremesa, portátiles, compactos, Tablet PC…pero dos se me han quedado grabados. Uno fue el Samsung Q30 que presentaron en el SIMO del año pasado y que no pude probar hasta 4 meses más tarde por problemas de logística y el Toshiba R200, como comento aquí. He de decir que ambos con unidad lectora externa, con pantalla de 12,1 pulgadas y apenas 1,2 kilos de peso, el último además con lector de huella digital.

Ahora no pasa un día que investigue sobre algún lanzamiento de cualquier marca conocida, e incluso conocer nuevas marcas, en busca de la mejor relación calidad/precio. Recientemente Toshiba, innovadora en el campo de la tecnología de los portátiles, acaba de presentar su portátil con una pantalla capaz de reproducir High Definition Video (HDV) con una resolución de 720 lineas verticales certificado por Toshiba con el estándar para ordenadores denominado HD To Go (similar al HD Ready en los TVs).

Estamos ante una nueva era, una nueva tecnología que cambiará el mundo de la televisión y la imagen en los próximos años y que no ofrece más que ventajas en cuanto a calidad de imagen, sonido y definición, por ello se llama, Alta Definición.

¡Felicidades a todos los Javier, yo incluido ;-)!